Título
Economía basada en el conocimiento y desarrollo regional. Un análisis del sistema de innovación en Baja California Sur, México
Autor
SANTIAGO AVILES QUEVEDO
Nivel de Acceso
Acceso Abierto
Materias
Resumen o descripción
En esta tesis, Economía basada en el conocimiento y desarrollo regional. Un análisis del sistema de innovación en Baja California Sur, México, se ofrece un estudio de la conformación del Sistema de Innovación (SI) sudcaliforniano, de su posicionamiento en el entorno regional y nacional, de las características de los actores que lo integran y de sus relaciones, así como de la evaluación de ese SI aplicado a los sectores pesca y acuicultura. Se toman estos últimos como eje, entre otras razones, por las manifestaciones de su centralidad en la política económica estatal y nacional, su potencial de eslabonamiento productivo, las condiciones ambientales locales, y las capacidades de producción de conocimiento científico respecto a esos sectores en el estado. Pero, también, porque a pesar de esas ventajas y posicionamiento en algunas capturas Baja California Sur no destaca en materia de acuicultura en la región del golfo de California (Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur) como una potencia acuícola a pesar de disponer individualmente del mayor litoral costero del país y situarse en uno de los mares con aguas limpias y más productivos del mundo.1
Indudablemente, el conjunto de razones de la situación anterior requiere de estudios multifactoriales y no es privativo de esta región de México pero, en un contexto en que se da una alta relevancia a la generación y aplicación del conocimiento con fines de crecimiento económico y desarrollo, una vía para comprender su estado actual es atender la relación entre conocimiento-producción e innovación-productividad-competitividad (González-Aréchiga, 2004). Es ese un análisis aún pendiente, al que esta investigación busca contribuir.
Los SI surgen a partir de las condiciones productivas e institucionales en que distintos agentes interactúan para crear, acumular, transmitir y consumir conocimiento y los productos derivados de éste, y generar nuevas ideas que permitan resolver los problemas existentes o generar oportunidades para nuevos negocios, productos o servicios. Detrás de ello, está la idea de impulsar el crecimiento económico y mejorar la situación de la economía en referencia (subnacional, nacional, regional) frente a otras. Si bien el desarrollo científico y tecnológico aplicado a la producción data de antaño, como se refiere más adelante en la tesis, el reconocimiento del conocimiento como base del crecimiento económico fue estructurado en una propuesta conceptual, la Economía Basada en el Conocimiento (EBC) o Economía del Conocimiento (EB), que surge en el contexto de la segunda posguerra mundial (Maldonado, 2004). Conceptos como cultura de innovación y competitividad, y el reconocimiento de la importancia del vínculo entre investigación científica y tecnológica en apoyo a la innovación, la productividad y la mejora económica reflejan la orientación de la EBC. Sin embargo, es hasta los noventa cuando la EBC cobra fuerza principalmente en Europa a través de la promoción del concepto y desarrollo de indicadores para su medición que hace la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (Godin, 2003). Paralelamente, emergió la noción de Sociedad Basada en el Conocimiento (SBC) como un concepto emanado desde la Sociología y la Administración que direcciona “a los hacedores de políticas públicas sobre ciencia, tecnología e innovación y su relación con el desarrollo humano” (Lundvall, 1992; Rangel, 2013). Esto es, la SBC permite identificar y analizar las transformaciones sociales que se están produciendo en la sociedad moderna, al tiempo que guía normativamente las acciones política2 trascendiendo la dimensión meramente económica.
Promovida desde organismos internacionales, el Banco Mundial ha diseñado cuatro pilares que permiten observar el nivel de desarrollo de una economía del conocimiento, a saber: a) Mano de obra educada y calificada, que refleja una población bien educada y calificada es esencial para la creación, adquisición, diseminación y utilización efectiva del conocimiento; b) Sistema de innovación eficaz, en el que el fomento público y privado de la investigación y el desarrollo da como resultado nuevos productos o bienes, nuevos procesos y nuevo conocimiento; c) Infraestructura de información y comunicaciones adecuada que refleja las capacidades instaladas que posibilitan el desarrollo de actividades innovadoras, científicas y tecnológicas; y d) Régimen económico e institucional conductor del conocimiento, esto es, una red de instituciones, reglas y procedimientos que influyen la forma en que un país adquiere, crea, disemina y usa la información. Como puede observarse, concretar la EBC y la SBC conlleva dificultades dado el complejo conjunto de elementos que requiere. Esto se magnifica en los países en desarrollo y en regiones periféricas porque suelen prevalecer en ellos condiciones institucionales y estructurales que impiden una vinculación funcional entre los procesos, actores y entorno de los sistemas de innovación. Paradójicamente, estas regiones enfrentan presiones cada vez mayores para insertarse en un contexto global de mayor competencia. Así, estimulados por llamados hacia la construcción de sistemas de innovación eficaces políticas de fomento, países como México han determinado su establecimiento como un objetivo de política pública, dando un rol central al elemento de vinculación academia-empresa.3
Los economistas dedicados a investigar sobre ciencia y tecnología han construido el concepto de Sistema Nacional de Innovación (SIN).4 El objetivo era integrar a sus análisis la importante participación de las instituciones en la actividad económica, hasta entonces ausente y sujeta a cuestionamientos (Godin, 2003). Dos corrientes de investigación surgieron en ese tema. Por un lado, la representada por Nelson (1993) se centra en los estudios sobre las instituciones y describe cómo los países organizan su SNI y desarrollan ventajas a partir de su conformación. Ahí, la interacción entre instituciones (el SNI) determina la innovación en las empresas. Por otro lado, Lundvall (1992), Smith (1995), y David y Foray (1996) sostienen que los SNI están constituidos por elementos, empresas, laboratorios públicos, universidades, sistema educativo, gobierno, etc., que interactúan unos con otros en la producción, difusión, uso de nuevo y útil conocimiento. En todo caso, el conocimiento fue identificado como el factor determinante en el crecimiento tanto en las organizaciones como en las economías. De ahí que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD, 1992; 1993; 1994; 1996) propusiera maneras de medición del conocimiento. Éste debería considerar aspectos cualitativos y cuantitativos, además de los conocimientos en materia de tecnologías de la información y comunicación. La definición actual de la OECD sobre la economía basada en el conocimiento se refiere a las economías modernas sustentadas en la producción, distribución y uso del conocimiento y la información (Godin, 2003). Así, en siglo XXI, el crecimiento económico de una región o un país y el bienestar de su población están asociados a la capacidad para generar y utilizar nuevos conocimientos. La influencia del progreso técnico sobre el desarrollo económico se ha hecho más evidente en las últimas décadas debido a que el valor de las economías recae cada vez más en la producción de bienes de alto contenido tecnológico. En este sentido, no es casualidad que los países que históricamente han invertido mayor cantidad de recursos en actividades de ciencia, tecnología e innovación (CTI) sean también los que muestran los mejores niveles de ingreso per cápita y de desarrollo humano (Solano, 2012), como se observará más adelante en la gráfica del Índice de la Economía del Conocimiento (KEI por sus siglas en Ingles) versus el Índice de Desarrollo Humano (IDH). En México se destacan además de la Ciudad de México; las ciudades de Monterrey y Guadalajara, capitales de los estados de Nuevo León y Jalisco respectivamente.
La OECD (2001) cuenta con estadísticas e indicadores que cubren las áreas de investigación y desarrollo, tecnologías de la información y comunicación, educación, etc., para medir el conocimiento. En los noventa, esa Organización se centró en la producción, transmisión y uso de conocimiento productivo (Foray, 2002), pero a inicios del siglo XXI dio paso hacia la gestión del conocimiento, entendido éste como un proceso sistemático llevado a la práctica para crear, capturar, distribuir y usar conocimiento productivo (Earl, 2002).
De lo anterior la OECD, en conjunto con el Centro para la Educación Investigación e Innovación (CERI), lanzó proyectos sobre economía y gestión del conocimiento, y con la Comisión Europea sobre metodologías en gestión del conocimiento. Se afirma que las empresas compiten y cooperan a la vez, apoyadas en un contexto social determinado, beneficiándose de una serie de economías que son externas a la empresa pero internas al área. La innovación no se realiza la mayor parte de las veces de forma individual sino colectiva, en estrecha relación con la existencia de un clima empresarial, social e institucional favorable que potencia procesos acumulativos de aprendizaje e incorporación de conocimientos (Méndez, 2006; Méndez y Caravaca, 1996; CEPAL, 1991). En los últimos años se ha observado un creciente interés de los círculos académicos y los sectores de la producción por destacar la relación existente entre la estructura productiva e institucional de una economía. Este se ha profundizado en la medida en que las regiones internalizaron las transformaciones propuestas a fines de siglo XX, como la desregulación, apertura comercial, y liberalización financiera, entre otras. Sin embargo, entre los estudiosos de la Ecología Industrial, por ejemplo, no hay tanto optimismo a nivel macroeconómico respecto a la facilidad de obtener soluciones ganar-ganar (Martínez-Allier, 2003).5
En este contexto, es necesario conocer las condiciones en que se construyen y funcionan los sistemas de innovación a efecto de que contribuyan al objetivo de adelantar no sólo indicadores económicos sino procesos de desarrollo en la sociedad. El cambio, es decir la innovación, no puede ser producido por las empresas, el aparato científico y tecnológico, o el sector gubernamental por sí solos; sino que es necesaria la vinculación entre ellos. Pero también es preciso que se socialicen los beneficios de ese cambio. De aquí la necesidad de la comprensión del papel de las redes (networks) en la innovación de las empresas, de la estructuración del espacio territorial como soporte, y de las condiciones institucionales y de política que enmarcan esos procesos, entre otros elementos.
Con los más amplios litorales (primer lugar nacional) del país y una posición casi insular que favorece condiciones sanitarias ventajosas para la pesca y la acuicultura, Baja California Sur podría beneficiarse de una mejor vinculación en su sistema de innovación
Fecha de publicación
octubre de 2014
Tipo de publicación
Tesis de doctorado
Recurso de información
Formato
Adobe PDF
Idioma
Español
Repositorio Orígen
Repositorio Electronico Institucional de la Universidad Autónoma de Baja California Sur
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